México está catalogado como un país de baja disponibilidad de agua pues posee aproximadamente 0.1% del agua dulce a nivel mundial. En la Ciudad de México, al año, caen aproximadamente 682,800m3 de agua de lluvia; de estos, 72% se evapora, 4% se recupera en aguas superficiales, 14% se escurre y 11% se infiltra para recargas los acuíferos.
Ésa es una de las razones por las cuales el agua es un recurso tan preciado: no hay mucha, y el proceso para llevarla a los hogares es costoso. El suministro de un metro cúbico de agua –que equivale a mil litros– cuesta alrededor de 16 pesos; sin embargo, está altamente subsidiado, y en la mayor parte de los estados de la República ese mismo metro cúbico cuesta 6 pesos, el resto del gasto lo absorbe el gobierno.
Todos los días abrimos la llave esperando que salga agua limpia, y por lo regular es lo que sucede. Pero son pocas las veces que nos detenemos a pensar cómo es que llega hasta nosotros y mucho menos nos preguntamos qué le pasa después. Aquí presentamos, a grandes rasgos, lo que sucede con el agua en la CDMX para que se den una idea.
Del caudal total suministrado 67% se obtiene de fuentes subterráneas; 55% del acuífero del valle de México y 12% del valle de Lerma. El otro 33% se obtiene de manantiales ubicados en el sur poniente de la ciudad (3%), y del sistema Cutzamala (30%). Antes de llegar a cualquier lugar, primero debe pasar por un proceso de potabilización. Para eso se utilizan varias técnicas como el almacenamiento, que consiste en guardar el agua por un periodo de un mes para que las partículas sólidas se sedimenten; el aireamiento, que mezcla el agua con aire para reducir los niveles de dióxido de carbono que causa malos olores y sabores; y la filtración, el agua pasa por recipientes de arena donde se quedan las partículas sólidas suspendidas y sustancias disueltas.
A partir de que el agua fue potabilizada se distribuye a través de las redes de abastecimiento, que incluyen estaciones de bombeo, tuberías, tanques de almacenamiento y válvulas que permiten la operación de la red y la sectorización del suministro en casos necesarios.
Después de haber sido usada, el agua contaminada va a dar al drenaje, de ahí pasa a las plantas de tratamiento, y finalmente se vierte en un río para que se pueda llevar al campo. Sin embargo, en nuestro país menos de 25% del agua es tratada antes de ser vertida a algún río, cifras que son bastante preocupantes ya que significa que muchas veces lo que termina sucediendo es que existen ríos que llevan exclusivamente agua contaminada.
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