Parker y Lenox

Vas caminando por la Juárez y de pronto el olor que emana de un establecimiento llama tu atención. Te asomas y ves algo que parece una cafetería gringa de los veinte. El jazz que escuchas te mete más en el ambiente. Antes de que te des cuenta ya estás sentado comiendo una hamburguesa con pan casero y observando el lugar con un extraño sentimiento de que algo esconde. No te atreves a preguntarle nada a nadie porque piensas que la gente pensaría que eres raro, ¿como que si este lugar esconde algo? ¿de qué estás hablando? Entonces te quedas en silencio; la hamburguesa está muy buena.

Sin embargo, empiezas a notar que grupos de personas entran al restaurante pero no se quedan en él, sino que siguen caminando hasta una puertecilla que da hacia un pasillo oscuro. Ya te sentiste en una película entonces decides hacerla de detective privado y ver qué pasa. Aunque primero pagas la cuenta, no estás tan metido en tu cabeza todavía.

Sigues el pasillo y te recibe una bodega amplia con una barra larga, sillones de terciopelo, mesitas de madera y un escenario con cortinas rojas donde está tocando una banda de jazz. No lo puedes creer, ¡encontraste un bar clandestino! O bueno, lo hubieras hecho si vivieras en Chicago en los años veinte.

Eso es Parker & Lenox, un restaurante que, de alguna manera, esconde un bar al estilo speakeasy. Éstos eran los bares clandestinos durante la prohibición. Normalmente se encontraban detrás de alguna casa o establecimiento para que fueran más difíciles de encontrar. Y en Parker y Lenox, como en las cantinas clandestinas de aquel entonces, el jazz inunda el ambiente.

Es el lugar ideal para ir con tus amigo o pareja, cenar algo rico y tomar algunos tragos. Después, que la noche decida lo que va a suceder.